La Guerra de los Mundos: Pánico por partida doble
30 de octubre de 1938, Orson Welles entraba en el Estudio de radio de la CBS para narrar en directo la adaptación de la novela de H.G. Wells, La guerra de los mundos. Con una voz entre el asombro y el espanto, comenzó a narrar la invasión de los EE.UU por un ejército de alienígenas:
“Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de último minuto…”
Muchos oyentes no escucharon la advertencia al comienzo del programa que decía que todo era falso, y aunque lo volvieron a recordar más tarde (por el minuto 40) el caos ya se había desatado. Para dar más veracidad a la noticia, Welles paraba la supuesta emisión de una orquesta para informar en directo sobre la ficticia invasión extraterrestre que se estaba desarrollando:
«Damas y caballeros, tengo que anunciarles una grave noticia. Por increíble que parezca…”
Las interrupciones eran cada vez más frecuentes y el tono más alarmante, hasta fingieron que un personaje hablaba desde donde supuestamente estaba sucediendo el aterrizaje, en el Estado de Nueva Jersey:
«Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado… ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien… o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos… ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea…»
Millones de personas que habían escuchado el programa cayeron presa del pánico: carreteras colapsadas, disturbios en las calles, llamadas a policías, bomberos y hasta al ejército…el programa terminaba con la «muerte» del propio Orson Welles a causa de los gases que emitían los invasores.
Una década más tarde, el 12 de febrero de 1949, se realizó un experimento muy parecido en Quito, pero con consecuencias más devastadoras. Radio Quito interrumpió una retransmisión en directo para informar de la presencia de un objeto volador no identificado en las islas Galápagos, que se acercaba a la ciudad. El locutor, con la voz aterrada, afirmaba que en esos instantes se estaba esparciendo un gas venenoso mortal, y mezclándose con su voz, se oían otras de mandos militares dando órdenes de evacuación.
Aunque pronto se supo que el programa era una ficción (apenas veinte minutos), la histeria se extendió rápidamente.
Una muchedumbre enloquecida prendió fuego a la radio. El incendio se propagó deprisa, y en poco tiempo se consumió el edificio. Desde el interior, los periodistas imploraban auxilio, pero la policía, sabiendo que habían planeado el engaño, no los socorrió. Fallecieron cinco personas y varias más se suicidaron del susto. La radio permaneció cerrada durante dos años.
Hay experiencias que es mejor no repetir.