Picasso: Las Señoritas de Avignon. 1907
Cuando Picasso presentó en su estudio esta pintura a sus compañeros, estos se quedaron espantados y horrorizados ante lo que veían. Braque exclamó: «Es como si quisiera hacernos comer estopa y beber petróleo para que escupamos fuego». Incluso Matisse lo acusó de querer destruir todo el arte de su tiempo. Picasso, quizá molesto y defraudado, la guardó hasta que en 1916 (nueve años más tarde) fue expuesto en la Galerie d’antin (París). Trascurridos otros ocho años, la vendió por un precio no muy elevado.
Con esta obra, Picasso atentaba contra los cánones tradicionales de belleza y espacio. Sin embargo, con ella creó una nueva percepción de la realidad. La antesala del Cubismo y el inicio del Arte Moderno.
Modigliani: Mujer desnuda. 1916
A Modigliani le cerraron la única exposición individual que hizo en 1917. En ella se exhibían un buen número de desnudos de gran tamaño que provocaron el escándalo de los transeúntes que pasaban ante el escaparate de la galería. Un policía alegó “¡estos desnudos tienen vello púbico!”. Un hecho que ofendía al público en sus sentimientos morales.
Precisamente Modigliani, quien, lejos de las provocaciones del arte vanguardista, anhelaba en su pintura la belleza y el idealismo renacentista.
Gustave Eiffel: La Torre Eiffel. 1889
La Torre fue construida por Gustave Eiffel para la Exposición Universal de 1889 en París. Hoy es el símbolo de Francia y de la ciudad de París, pero ¿acaso no fue criticada por intelectuales y artistas de su tiempo por considerarla “inútil y monstruosa” y “La deshonra de París”?
El descontento de los parisinos llegó a tal punto que el gobierno dio la orden para su demolición. Pero su potente antena, que sirvió de gran ayuda a los aliados en la I Guerra Mundial, la salvó de su destrucción. El mismo Eiffel decía suspirando: “Esta torre será aún mi muerte. Como si yo no hubiese hecho nada más en mi vida”. Y tenía razón, a pesar de hacerse célebre como fundador de la aerodinámica y de haber realizado docenas de grandes estructuras metálicas en todo el mundo, más de 100 años después a Eiffel sólo se le conoce como el creador de esta torre, hoy llamada con orgullo la “Señora de París”.
Manet: Almuerzo sobre la hierba. 1863
Con esta obra, expuesta en el Salón de los Rechazados, Manet causó gran alboroto y repulsa por parte del público, que lo juzgó de «absurdamente aberrante». Una repulsa que radicó, fundamentalmente, en la «cuestión moral». ¿Qué era eso de pintar a dos figuras masculinas, vestidas con traje de calle, disfrutando del campo y con una joven completa y serenamente desnuda mientras otra se “refresca” en el agua? Una escena que no estaba disfrazada con algún tema histórico o mitológico, como hasta el momento era lo correcto, normal y aceptado.
En 1865 volvió a levantar ampollas entre el público y la crítica con Olimpia ¿quieres saber más? Ver
Goya: La Maja desnuda. 1797-1800
Su exhibición al público se prohibió debido a la actitud con que Francisco de Goya pintó a la retratada: posa con descaro, mirando de frente al espectador, con los brazos extendidos de absoluta entrega, mostrando un desnudo que exhibe sin recato, y por primera vez en la historia de la pintura, el vello púbico en un desnudo femenino. Por todo ello Goya tuvo que comparecer ante el tribunal de la Inquisición.
Caravaggio: La muerte de la Virgen. 1604-1606
Esta obra, del pintor italiano Caravaggio realizada en el Barroco, causó un verdadero escándalo a los ojos de la iglesia por la representación tan realista del cuerpo de la Virgen: con el vientre hinchado (los rumores decían que tomó como modelo el cadáver de una prostituta ahogada en el Tíber) y las piernas descubiertas sin pudor. En definitiva, sin el aura celestial que se atribuía a las figuras sagradas.
Otras obras fueron rechazadas por la misma causa, como la primera versión de su San Mateo y el ángel: por la sensualidad del ángel y por mostrar suciedad en los pies del santo (reproducida del modelo).